¿UN DURO GOLPE BLANDO?
- clubdelapelea
- 4 may 2021
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Ya no es una ficción, ni un delirio, se han tomado la ciudad luz con su oscuridad: los militares van por nosotros, debemos detenerlos! Aun no es demasiado tarde!

El golpe ya estaba consumado, eran cuestión de horas para que el combustible de la gobernabilidad de Iván Duque llegara al límite de su crisis: las manifestaciones de inconformismo contra la reforma tributaria adquirían las variadas formas de lucha pacificas o no, en el día y en la noche, hasta que subieron su intensidad en número y respuesta. No había como detener la movilización nacional.
La orden llegó del jefe, bastó un trino para reordenar las fuerzas y afinar las miras, el toque de diana inició el sábado primero de mayo, Día Internacional de la Clase Trabajadora. Sin embargo, hubo dudas, contrariedades que se fueron resolviendo en la medida en que los buenos héroes de la patria fueron entendiendo que la voz mayor del gobierno operaba por encima de su títere presidente que había sido desautorizado por una red social de manera viral y en rápidos instantes.
Luego vino la arremetida y los teatros de operaciones fueron distribuidos con cautela para concentrar la capacidad de fuego, el laboratorio debía realizarse en el lugar más débil en gobernabilidad y con posibilidad de intervención ante las escaramuzas: la ciudad de Cali. Ya habían aprendido de las revueltas de hace un par de años, la ciudad luz en llamas era el material inflamable para poner en operación el plan de “asistencia militar” en coordinación con la Policía y las fuerzas extra legales del Estado.
Era cuestión de horas para tomar la determinación, Duque agotaba sus últimos cartuchos de gobernabilidad llamando a la acción conjunta a las fuerzas militares con la policía a fin de reestablecer el orden, pero el saldo del primero de mayo era una muestra clara de debilidad y desafío popular a su gobierno. Así lo entendieron los del ala más extrema de la extrema derecha, sin embargo esperaron una jugada más en el desespero del joven presidente fallido: el anuncio del retiro de la reforma. Esperaban desmovilizar las protestas con la promesa de una nueva consensuada reforma por vías menos impositivas. El plan falló.
Luego, al ver que no se detenía la movilización y que se hacía más viral su respuesta, vino la renuncia del ministro Carrasquilla y tampoco funcionó. La masa aprendió que el famoso diálogo social del último paro no iba a funcionar esta vez. De la misma forma lo analizaron los golpistas, alguien tiene que tomar el mando de la situación, era hora de operar.
Ya sabemos que el plan no tiene nada de originalidad provinciana, salvo los refinados métodos de ataque y tortura, dado que la matriz de todo esa ideología neofascista proviene de la grandiosa teoría de las fuerzas militares chilenas, expertas en golpes y represión, llamada la revolución molecular disipada, un nuevo modo de contrainsurgencia urbana que refina formas de intervención en las dinámicas sociales, inocula las acciones y las expone ante la fuerza pública para que esta arremeta distribuyendo su agresión de manera escalonada y segmentada. Ya lo habían puesto en marcha los carabineros chilenos, la fuerza de disipación de la movilización popular que intentó reducir las revueltas de los treinta pesos. También se puso en marcha en las batallas sociales contra el gobierno de Lenin Moreno en Ecuador. El plan de seguridad democrática continental iniciaba un nuevo modus operandi que tenia que ser puesto en escena en la patria del Sagrado Corazón donde se encuentra su mentor.
La reunión en Casa de Nariño de las fuerzas políticas de la coalición de gobierno y aquellas que están con el bloque de poder dirigente no fue para despedir a Carrasquilla y anunciar simplemente al nuevo ministro de la cartera de Hacienda, allí también se anunció internamente el relevo de facto a Iván Duque, las ordenes ya no vendrían por trinos sino por la presión oficial de los señores del Ubérrimo y sus secuaces, las fisuras internas del Centro Democrático no podían sostener por más tiempo su ineptitud, era hora de tomar el mando la correlación más dura que sabe asumir en situaciones de guerra social, las mano dura para momentos de firmeza. De allí salió el plan para Cali y el Cauca, está en operación.
Anoche vivimos horas de estado de sitio, conmoción interior no decretada que va paso a paso consolidando un nuevo teatro de operaciones de la asistencia militar que va copando todos los asuntos civiles de las administraciones locales y departamentales en Cali. Ya tienen el control del aeropuerto, es decir, el abastecimiento y los modos de desplazamiento, recepción y apoyo de tropas. Luego, si el plan de asistencia funciona, primero aplacando y reinstalando el orden público, viene la toma de ciudades bajo la misma justificación, para que finalmente se integre un gobierno de emergencia que permita reducir el descontento y concentrar la atención en la resistencia popular, mientras pierde fuerza el panorama electoral para el uribismo que hasta ahora es desfavorable en encuestas y movilizaciones.
¿Qué hacer? Por ahora no se puede esperar hasta que el 2022 nos resuelva la disputa, depositar las energías en la solución de las urnas y el establecimiento de un nuevo caudillo que salve la patria y reconcilie lo que hoy está y seguirá irreconciliable entre clases sociales y el poder del Estado. Se requiere asumir la nueva situación de golpe y crear un verdadero frente popular y social para derrotar el autoritarismo y la bota militar, ello tiene que ver en volcar la unidad a la acción real, reagrupar fuerzas para establecer una alianza que debilite en lo político, económico y social la matriz real del despliegue de las fuerzas armadas sobre la sociedad. Mientras los congresistas de la oposición sigan apelando a la buena moral del gobierno y sigan creyendo en salidas pactadas desde arriba con el poder, la gente no aguantará y seguirá resistiendo, es hora de romper esa inmunidad tibia que los protege y ponerse del lado de los que sufren.
Si se trata de pactar algo histórico en este momento, es con la movilización, en las calles, barrios y universidades, en los campos y en las carreteras, para mantener la acción viva y la resistencia permanente. Se trata de golpear al golpe, aun no se consolida, pero no debemos darle tiempo, mientras siga el plan muchas vidas se perderán y perderemos lo conquistado: la confianza en la acción de la gente y la esperanza de sus luchas. Aun no es demasiado tarde.
Por: TOM KING
04/05/2021
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